Los estudiosos parecen estar de acuerdo definiendo el ejército longobardo, gracias también a las relaciones con las poblaciones nómadas de estepas durante la permanencia en Pannonia, como un ejército compuesto casi exclusivamente de los caballeros.
Nosotros preferimos, también en la base de los materiales funerarios que en la mayor parte de los casos revelaron tumbas pobres (en las que aparecían sólo espadas, scramasax y lanzas) o referente al guerrero de clase media (donde el estatus se confió a los cinturones trabajados ricamente en lugar del equipo del caballero), pensar en un núcleo combativo en que la infantería y la caballería (una caballería muy poderosa sin dudas) era equivalente a si misma en la contribución militar. Desde el siglo VII puede notarse un aumento de la importancia militar de la caballería observando los materiales de las tumbas donde las dimensiones del scramasax pasan de los 50cm. a 80 cm. volviendo un arma aún más adaptada al encuentro ecuestre.
Casi nada se sabe de las tácticas empleadas de los Longobardos en guerra.
De seguro habían asimilado estas estrategias que pensaron válidas de los bizantinos (no nos olvidemos que los Longobardos no siempre habían luchado contra el imperio bizantino, porque en algunas ocasiones, durante la guerra gótica, ellos tuvieron que prestar servicio como tropas auxiliares en cuánto federati, entre sus filas), pero sin embargo ellos habían conservado intacto el espíritu guerrero típico de las poblaciones germánicas que los empujaron para probarlos en un único duelo para la propia Gloria y de la propia familia, para entrar a empujones al combate desde el furor y barrer a las líneas enemigas antes con terror que con las armas, también atacando a la noche como era la costumbre de los Germanos antiguos (dice de hecho: Desiderio tenía un hijo, joven y gallardo, de nombre Algiso. Éste cuando cabalgaba, durante las hostilidades, era usual que llevara consigo una maza de hierro y con la que golpeaba con fuerza a los enemigos postrados en la tierra. El joven además espiaba a los Francos día y noche y, cuando los vio adormecidos, inmediatamente se tiró sobre ellos con sus guerreros y, golpeando a la derecha e izquierda, los abatió con una gran matanza [Chronicon del Novalesa, II-10]).
Una de las tácticas ofensivas que podemos pensar efectiva para los Longobardos era la formación llamada “cabeza de jabalí” (o “cuña”) que veía al jefe, rodeando con los mejores guerreros y mejores armas, para empezar la carga sobre el enemigo que intenta abrirse paso en la defensa (los nobles que rodearon al comandante siguieron a los arimanni dispuestos en base al rango). Tal formación fue usada también por la caballería.
La caballería, quizás segundo del ejemplo bizantino, era usual guardarse a los lados de la infantería y así protegerse de los guerreros a pie y poder encargarse del enemigo a los lados.
La formación defensiva segura era la de los scildburg, pared de escudos con la que se oponían a la carga de caballería o una compacta formación de ataque. Los caballeros, según la necesidad, desmontaban del caballo para atestarse a la defensa.
No obstante es plausible un uso de medios primitivo de asedio (medio sin embargo de construcción simple y de eficacia limitada si se compara con los aparatos imperiales) se ha dicho sin embargo que ellos no eran particularmente hábiles en las técnicas obsidionales, ellos prefirieron cercar las ciudades enemigas(que generalmente capitularon debido al desgaste que un asedio llevaba en términos de hambre y las condiciones higiénicas o para una ayuda interna de parte del Goti intolerante hacia el conquistador bizantino al que le abrieron la puerta de la ciudad) limitándose ellos a la guarnición del lugar, salvo para tomar ventaja de cualquier brecha también momentánea en el sistema defensivo.
Winniler
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